diciembre 12, 2010

Crítica al funcionalismo ingenuo – Aldo Rossi


“La pregunta ‘¿para qué sirven?’ acaba dando lugar a una simple justificación que obstaculiza un análisis de lo real”. de La Arquitectura de la Ciudad-1966 A. Rossi.

El funcionalismo es un tranquilizante reductor del sentido físico-espacial de la arquitectura, Rossi demuestra la simpleza en la que decae la ideología propugnada por el movimiento moderno al verse acortinada por un funcionalismo que termina convirtiéndose en el estandarte significativo del porqué existe la arquitectura.

El hecho de que la forma siga a la función representa para el arquitecto italiano un equívoco puesto que enteramente la creación arquitectónica se envuelve en un empirismo de dependencia y en una simplificación absurda a “esquemas distributivos y diagramas de recorridos” condicionando de esta manera la forma compositiva y como consecuencia a todo discurso de negación e inventiva supercreativa en una insuficiente arremetida compuesta por limitaciones y producciones prefabricadas.

La importancia de la función en la arquitectura pasa por un paso previo y estrictamente obligatorio al hecho arquitectónico, mas no representa propiamente a la arquitectura. La función resulta una antesala de mero conocimiento y muy poco de creación ya que esta será la misma ‘siempre caracterizada en el tiempo y la sociedad’ por ello basta solo reubicarse en el tiempo y en el espacio para hacer nacer funciones. La función es conocer eso y muy poco de algún agregado.

El problema aparece cuando se toma la función como la arquitectura y su magnificencia entera que por sí sola supone, la función finalmente termina perdiéndose con el paso del tiempo mas la forma y el espacio permanece, un claro ejemplo de ello son las edificaciones camaleónicas que al mismo espíritu hermafrodita pasan por una transformación muy extraña, de iglesias a museos, de museos a viviendas, de viviendas a colegios, de colegios a discotecas y de discotecas a iglesias, o cambia porque simplemente una persona de un millón de usuarios quiere que cambie, gracias a ello se termina haciendo por convención, mayoría y tradición, otra vez simple pero útil conocimiento que actúa casi siempre como una restrictiva camisa de fuerza.

Cuando la arquitectura empieza por la función para convertirse en su principal poder se transforma en una burbuja identificada únicamente con las buenas intenciones que han podido plasmarse frente a la obligatoriedad por hacer un bien a sus homogenizados usuarios.

diciembre 04, 2010

Instrucciones para subir una escalera - Julio Cortázar

Nadie habrá dejado de observar que con frecuencia el suelo se pliega de manera tal que una parte sube en ángulo recto con el plano del suelo, y luego la parte siguiente se coloca paralela a este plano, para dar paso a una nueva perpendicular, conducta que se repite en espiral o en línea quebrada hasta alturas sumamente variables.

Agachándose y poniendo la mano izquierda en una de las partes verticales, y la derecha en la horizontal correspondiente, se está en posesión momentánea de un peldaño o escalón. Cada uno de estos peldaños, formados como se ve por dos elementos, se sitúa un tanto más arriba y adelante que el anterior, principio que da sentido a la escalera, ya que cualquiera otra combinación producirá formas quizá más bellas o pintorescas, pero incapaces de trasladar de una planta baja a un primer piso.

Las escaleras se suben de frente, pues hacia atrás o de costado resultan particularmente incómodas. La actitud natural consiste en mantenerse de pie, los brazos colgando sin esfuerzo, la cabeza erguida aunque no tanto que los ojos dejen de ver los peldaños inmediatamente superiores al que se pisa, y respirando lenta y regularmente. Para subir una escalera se comienza por levantar esa parte del cuerpo situada a la derecha abajo, envuelta casi siempre en cuero o gamuza, y que salvo excepciones cabe exactamente en el escalón.

Puesta en el primer peldaño dicha parte, que para abreviar llamaremos pie, se recoge la parte equivalente de la izquierda (también llamada pie, pero que no ha de confundirse con el pie antes citado), y llevándola a la altura del pie, se le hace seguir hasta colocarla en el segundo peldaño, con lo cual en éste descansará el pie, y en el primero descansará el pie. (Los primeros peldaños son siempre los más difíciles, hasta adquirir la coordinación necesaria. La coincidencia de nombre entre el pie y el pie hace difícil la explicación. Cuídese especialmente de no levantar al mismo tiempo el pie y el pie).

Llegando en esta forma al segundo peldaño, basta repetir alternadamente los movimientos hasta encontrarse con el final de la escalera. Se sale de ella fácilmente, con un ligero golpe de talón que la fija en su sitio, del que no se moverá hasta el momento del descenso.




De "Historias de Cronopios y de Famas", Julio Cortázar, 1962.

noviembre 10, 2010

La ciudad potemkinizada - Adolf Loos


En 1898, el arquitecto austriaco Adolf Loos y quizás el más grande teórico de la arquitectura moderna racionalista dio a conocer uno de sus principales escritos, La ciudad potemkinizada, un escrito basado en la observación de la arquitectura de Viena de ese entonces, su falsedad y su frivolidad.

Estos son algunos de sus principales fragmentos.

Die Potemkin'sche Stadt

¿Quién no los conoce, los pueblos de Potemkin, construidos por ese astuto favorito de la reina Catalina de Ucrania? Pueblos de tela y cartón, que tenían la misión de convertir un desierto en paisaje floresciente, para satisfacción de Su majestad imperial. ¿Pero acaso el astuto ministro fue capaz de llegar construir una ciudad entera?

(...)

Quien se hace pasar por más de lo que en realidad es, es un estafador y por lo tanto, se le desprecia, aunque no haya perjudicado a nadie. ¿Pero, y si alguien busca lograr esa apariencia mediante piedras falsas y otras imitaciones?(...) Se me objetará que atribuyo malas intenciones a los vieneses. Los arquitectos tienen la culpa, los arquitectos no deberían haber construido así. Porque cada ciudad tiene los arquitectos que se merece.
La oferta y la demanda son las que regulan las formas arquitectónicas. Aquel que mejor responda al deseo de la gente será quien más construya. Y el más capaz quizá se irá de este mundo sin haber tenido encargo alguno. Pero los otros, mientras, hacen escuela.

O sea que se construye así porque es a lo que se está acostumbrado. Y por lo tanto, así debe construirse. El especulador inmobiliario, preferiblemente, haría revocar la fachada, plana de arriba abajo. Además eso es lo menos costoso. Y además, actuaría del modo más autentico, más correcto, más artístico. Pero entonces la gente no querría instalarse en esa casa. Para conseguir inquilinos, el propietario de la casa está obligado a "colarle" precisamente esa fachada y sólo esa.

(...)

Todo eso al vienés de la última época arquitectónica no le ha interesado nada. Incluso le agradaba poder imitar el material más caro que copiaba con tan pocos medios. Como un auténtico parvenu, pensaba que los demás no se darían cuenta del engaño. Eso es lo que siempre piensa el parvenu(...) No nos avergoncemos, pues, del hecho de ser hombres del siglo XIX, y no de esos que quieren vivir en una casa que por su forma constructiva, pertenece a una época pasada. Entonces veriáis que pronto lograríamos tener el estilo propio de nuestra época.

(...)

En este siglo, ese estilo no se ha encontrado en Viena. En principio, da igual que quieran montarse cabañas, o levantar petréos palacios de ladrillo y cemento moldeado, donde podrían tener sus sedas grandes señores feudales. Sobre la arquitectura vienesa de este siglo ha flotado el espíritu de Potemkin.



Tomado de Escritos I de Adolf Loos.
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"Sobre la arquitectura de este siglo ha flotado el espíritu de Potemkin".

Re-leer, re-escalar, contextualizar... re-interpretar.

septiembre 12, 2010

El interior y el Exterior - Robert Venturi


Importante escrito de Robert Venturi, el arquitecto estadounidense más influyente del posmodernismo en su principal obra, Complejidad y contradicción en la arquitectura.


El contraste entre el interior y el exterior puede ser una de las
manifestaciones principales de la contradicción en la arquitectura. Sin
embargo, una de las más poderosas ortodoxas del siglo XX ha sido la
necesidad de continuidad entre ellos. Quizá la contribución más atrevida de la
arquitectura moderna ortodoxa fue el llamado «espacio fluido», que se usó
para conseguir la continuidad interior y exterior. «El espacio fluido» produjo
una arquitectura de planos horizontales y verticales relacionados. La
independencia visual de estos planos interrumpidos se consiguió con la
inclusión de zonas acristaladas: las ventanas como agujeros en el muro
desaparecieron y se convirtieron, en cambio, en interrupciones de muros que
la vista reducía a elementos positivos del edificio. Tal arquitectura sin esquinas
implicó una continuidad total del espacio.
El propósito esencial de los interiores de los edificios es encerrar en lugar
de dirigir el espacio y separar el interior del exterior. La función de la casa de
proteger y proveer el aislamiento psicológico y físico, es una función antigua.
Podría empezar esta secuencia con la idea de que una habitación es un
espacio en el espacio. Algunas veces la contradicción no está entre el interior
y el exterior, sino entre la parte superior y la inferior del edificio.
La contradicción entre el interior y el exterior puede manifestarse en un
forro despegado que produce un espacio adicional entre el forro y la pared
exterior. Pueden ser más o menos contrastantes en forma, posición, dibujo y
tamaño.

La separación de las aberturas de las ventanas interiores y exteriores en la
iglesia de Imatra de Aalto modifica de una manera similar la luz y el espacio.
El espacio residual en medio de espacios dominantes, con grados diversos
de abertura, puede darse a escala de ciudad y es una característica de los
foros y otros complejos del urbanismo romano.

Un espacio intermedio en este sentido proporciona el terreno común
donde las polaridades conflictivas pueden ser fenómenos gemelos. El espacio
residual algunas veces es torpe. Como el volumen estructural es rara vez
económico. Es siempre un espacio sobrante, supeditado a otro más
importante.
El contradictorio espacio interior no admite el requerimiento de la
arquitectura moderna, de unida y continuidad de todos los espacios. Ni de los
estratos en profundidad, especialmente con yuxtaposiciones contra-puntuales,
satisfacen el requerimiento de que las relaciones entre las formas y los
materiales sean económicos y unívocos. Y la complejidad dentro de un límite
rígido contradice el dogma moderno que dice que un edificio crece de dentro
hacia fuera. La contradicción o por lo menos el contraste entre el interior y el
exterior es una característica esencial de la arquitectura urbana, pero no es
sólo un fenómeno urbano.
La arquitectura americana y en especial la arquitectura moderna con su
antipatía por la «fachada falsa», ha favorecido el edificio independiente y
aislado.
El diseñador tanto de fuera hacia adentro como desde dentro hacia fuera,
crea tensiones necesarias que nos ayudan a hacer arquitectura. Ya que el
interior es diferente al exterior, el muro – el punto de transición- pasa a ser un
hecho arquitectónico. La arquitectura se da en el encuentro de las fuerzas
interiores y exteriores de uso y de espacio. Estas fuerzas interiores y
ambientales son generales y particulares, genéricas y circunstanciales. La
arquitectura como muro entre el interior y el exterior es el registro espacial y el
escenario de este acuerdo. La arquitectura abre una vez más sus puertas al
punto de vista urbanístico.